Cómo se contagia el coronavirus

Contagio prevención Coronavirus
¿Cómo se transmite el coronavirus?

Cada día que pasa sabemos más sobre la COVID-19 y el SARS-CoV-2. Esos son, respectivamente, los nombres oficiales de la enfermedad y del coronavirus que han puesto en jaque a la humanidad durante todo lo que llevamos de 2020. La falta de inmunidad entre la población y sus características propias han supuesto que se propague a una velocidad espectacular. Pero ¿qué sabemos acerca de cómo se contagia entre los seres humanos? Aquí vamos a tratar de descifrar todas las claves al respecto.

¿Cómo se propaga el coronavirus entre las personas?

El SARS-CoV-2, al igual que otros muchos coronavirus y enfermedades relacionadas con el aparato respiratorio, se propaga principalmente de persona a persona. Es decir, en la inmensa mayoría de los casos, hay que tener contacto con una persona que ya sufra de COVID-19 para que nos contagiemos.

El mecanismo es simple. Las personas contagiadas por COVID-19, al hablar, estornudar o toser, expulsan unas gotículas de saliva que contienen partículas de SARS-CoV-2. Estas pueden ser inhaladas por la nariz o por la boca de las personas que se encuentran a una distancia inferior a 2 metros. Al hacerlo, el virus llega a la garganta y a los pulmones del sujeto, lugares en los que penetra en las células y comienza a replicarse.

Ese es el motivo por el que la OMS recomienda el uso de mascarillas cuando no se puede salvaguardar la distancia de seguridad (1,5-2 metros) entre individuos. Se estima que, al tener contacto con un positivo, las probabilidades de contagio se reducen en un 97 % si ambos portan un tapabocas. Si solo uno la lleva, las posibilidades se reducen en un 70 %. En caso de que ninguno la lleve, es prácticamente seguro que se producirá el contagio por la falta de inmunidad.

¿Puede el coronavirus propagarse a través del aire?

Cada vez son más los estudios que avalan esta teoría, que viene a decir que el SARS-CoV-2 tiene la capacidad de permanecer en el aire y contagiar a quienes se encuentren en la misma estancia que el infectado. Eso explicaría, en gran medida, por qué la mayoría de los grandes brotes han tenido lugar en espacios cerrados (centros religiosos, discotecas, celebraciones de eventos, etc.).

Sin embargo, la probabilidad de que esto suceda al aire libre es prácticamente nula. El viento y otros factores climáticos dificulta la propagación de las partículas del virus de una persona a otra. Además, el SARS-CoV-2 ha mostrado ser bastante vulnerable a las altas temperaturas, a la radiación ultravioleta, al cloro de las piscinas o al agua del mar, por ejemplo. Por eso no se registran apenas contagios en exteriores.

¿Los asintomáticos pueden propagar el virus?

No está demostrado al 100 % que así sea, pero existen sospechas de que sí. Ese es el motivo por el que se imponen cuarentenas a toda persona que haya tenido contacto con un positivo por COVID-19 aunque no presente síntomas de sufrir la enfermedad. La duda radica en que la mayoría de los virus no son contagiosos hasta que no se manifiestan, pero este parece ser que sí.

En cualquier caso, una persona asintomática va a ser siempre menos contagiosa que otra que sí presente síntomas. Hay que considerar que, cuando un sujeto ha sido infectado por el virus pero no presenta fiebre, dificultad respiratoria, tos seca o cualquier otra señal que evidencie su presencia, es porque su carga viral es mínima o porque su sistema inmunitario ha sabido controlar su propagación y evitar el desarrollo de la enfermedad.

¿Cuál es la importancia de la carga viral?

La carga viral es la cantidad de partículas de virus que penetran en un ser humano en el momento de producirse una infección. Evidentemente, cuanto mayor sea, más cantidad de células colonizará a la vez, más rápidamente se propagará y más graves serán los síntomas. Además, los sujetos con mayores cargas virales de SARS-CoV-2 presentan mayores tasas de contagios a su alrededor.

¿Cuándo son más contagiosos los infectados por COVID-19?

Entre el sexto y el séptimo día después de haber sido contagiado. Se sabe con bastante certeza que el SARS-CoV-2 tarda entre 5 y 6 días en ‘incubar’ y en mostrar el primer síntoma asociable a la COVID-19. Al día siguiente de presentar ese primer síntoma, el paciente llega al pico de la carga viral, es decir, al momento en el que contiene mayor cantidad de partículas de virus dentro de su cuerpo. Ese día, obviamente, es en el que presenta mayor riesgo de contagiar a otros. También es el idóneo para realizar la prueba PCR.

La mayoría de los infectados, después de ese día, mejoran paulatinamente su estado de salud. Sin embargo, otros no. El propio sistema inmune ofrece una respuesta sobredimensionada al detectar las partículas de este virus para él desconocido y da lugar a otros problemas de salud asociados. El caso más evidente es el de la neumonía bilateral, la cual ha sido la responsable en última instancia de la necesidad de ingresos en UCI, del uso de respiradores y de la mayor parte de víctimas mortales en nuestro país y en el resto del mundo.

¿Qué son los ‘súper contagiadores’?

Los medios de comunicación utilizan este término o el de ‘súper dispersadores’ para referirse a personas contagiadas por COVID-19 que han provocado la propagación del virus en un elevado número de casos. Por ejemplo, dentro de España y en la localidad de Haro, La Rioja, una sola persona que acudió a un velatorio con síntomas de la enfermedad fue capaz de contagiar a más de 70 personas. Eso sucedió a comienzos de marzo y supuso el desborde del sistema sanitario de la comunidad autónoma.

Sin embargo, hay casos de personas que, a pesar de haber desarrollado la enfermedad y tener una prueba PCR que atestiguaba la presencia de SARS-CoV-2, ni siquiera han contagiado a sus parejas ni a las personas con las que convivían. Por citar un par de ejemplos, son los casos de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, Presidente y Vicepresidente Segundo del Gobierno de España. Sus respectivas parejas sufrieron la enfermedad, pero ellos no.

Casos como estos han llevado a los científicos a buscar una alternativa a la teoría inicial de los ‘súper contagiadores’. Ahora se cree más que el entorno es el que juega realmente el papel clave en la transmisión del virus. Por ejemplo, volviendo al caso del velatorio de Haro, probablemente ese elevado número de contagios se produjo por celebrarse en un espacio cerrado y mal ventilado (era invierno, por lo que presumiblemente la calefacción estaba encendida y las ventanas cerradas) y por la cantidad de abrazos, besos y demás muestras de afecto que suelen darse en este tipo de eventos.

El contagio de un virus que aún no hemos podido dominar

Llegados a este punto, lo que está claro es que las medidas de prevención funcionan. Tanto en lo que respecto al distanciamiento social como al uso de la mascarilla y al lavado de manos. Asimismo, la única manera efectiva de cortar las cadenas de transmisión cuando ya se han producido es mediante el aislamiento y la cuarentena del enfermo y de todas las personas con las que ha tenido contacto. Solo así será posible ganarle la partida a la COVID-19 hasta que llegue una vacuna o un tratamiento efectivo.

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